La historia del correo electrónico, también conocido como email o a secas mail (de electronic mail, correo electrónico en inglés) viene de hace ya más de 40 años. En términos de tecnologías de la información y comunicación, es casi como hablar del jurásico. Para ser más concretos en 1965, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) creó un sistema llamado MAILBOX que enviaba mensajes a diferentes usuarios en la misma computadora. Hay que tener en cuenta que los ordenadores eran mucho más grandes y que las redes de computadoras, eran todavía algo prácticamente conceptual.
Poco después, en 1971, Ray Tomlinson, sí que creó una aplicación de correo electrónico sobre la red ARPANET, precursora de Internet. Llamada SNDMSG era capaz de enviar mensajes a otras personas a través de una red de ordenadores. Ya que estamos hablando un poco de historia de la informática, deciros que a Tomlinson, también se le atribuye el sistema de direccionamiento utilizado en el correo electrónico desde entonces hasta ahora. Me refiero al uso de la «@» (arroba) para separar la parte izquierda (usuario dentro de un servicio) de la derecha (servicio a nivel de Internet).
Pero bueno, ¿a que viene todo esto? Pues básicamente a hacer hincapié en algo que sin darnos cuenta es una realidad en la red: el correo electrónico es donde centralizamos las comunicaciones que tenemos en casi todas las herramientas, proyectos o tecnologías de la web. Y digo casi, porque quitando WhatsApp, el resto francamente suelen pedir un mail para registrase o hacer uso de ellas. Y si no lo pide directamente, lo pide a través de un social login, es decir, si nos registramos en tal app a través de nuestra cuenta Twitter, el email está siendo transmitido a través de Twitter.
Como todo en la red, ese uso tan predominante del email no ha sido impuesto por un organismo, entidad pública o regulación. Los creadores y consumidores de Internet hemos decidido o al menos hemos tomado esta opción como la mejor de todas (o como la menos mala). ¿Otras alternativas? Haber usado algún sistema de mensajería aparte, por ejemplo, el antiguo IRC. Pero la realidad manda y el ganador es el correo electrónico.
Y gracias a eso, el correo electrónico es algo muy atractivo para quienes quieren (queremos) vender algo por la red, darnos a conocer o poder responder de una forma universal. Por esto mismo es algo con riesgos. Algo que muchos quieren corromper (spam, phising, etc.) y que por lo tanto, otros necesitan regular (en la RGPD por ejemplo, se deja bastante claro que el email es un dato personal y que al recogerlo debemos indicar claramente qué es lo que vamos a hacer con él).
Así que bueno, sabiendo las oportunidades que tiene el correo electrónico y sabiendo que es algo que reúne universalidad y cercanía al usuario, tenemos que pensar bien cómo usarlo. Y sí es buena idea hacer publicidad por email, pero hay que saber desde un punto de vista técnico, de marketing y legal cómo hacerlo. Vaya a ser que te crees más problemas, que ventajas puedas ocasionarte.
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